La desinfección se puede definir como la limpieza de la suciedad que no se ve. En realidad, desinfectar consiste en matar, eliminar o inactivar microorganismos activos o en estado latente que pueden ser perjudiciales parar el ser humano o para los animales, dependiendo de si nos referimos a viviendas, escuelas u hospitales, o si hablamos de seres vivos criados para ser materia prima en la industria alimentaria.
Por lo general, los diferentes tipos de desinfectantes son de amplio espectro, de manera que resultan aptos para ser utilizados en distintos ambientes, aunque haya unos más adecuados que otros para condiciones especiales como puede ser una piscina.
Se suele hablar de la lejía y de los alcoholes etílico o isopropílico como desinfectantes adecuados para reducir la carga viral del SARS-CoV-2 porque se pueden manejar directamente, pero hay alternativas más eficaces. Algunas requieren del uso de maquinarias especiales para su aplicación o distribución homogénea, por lo que su uso se suele reservar para superficies grandes como plantas industriales o almacenes, incluso para entornos hospitalarios, pero no para la desinfección del hogar.
¿Es posible desinfectar sin lejía?
No solo es posible, sino que es lo más frecuente. El agua potable se desinfecta con productos clorados similares a la lejía pero no son hipoclorito sódico. Antes de inyectarnos o extraernos sangre se desinfecta la superficie de la piel con alcohol etílico o con povidona yodada, siendo este antiséptico la opción preferida para evitar infecciones durante las incisiones quirúrgicas. Incluso algo tan casero como el peróxido de hidrógeno, más conocido como agua oxigenada, tiene efectos desinfectantes frente a algunos tipos de bacterias.
En cambio, la lejía es muy agresiva con la piel y debe manipularse con cuidado si se va a emplear para desinfectar alimentos como verduras, siempre con una dilución adecuada. La lejía es una buena opción para desinfectar suelos y pomos de puertas o ventanas en el hogar, pero ni de lejos es un desinfectante habitual en otros entornos.
Otras alternativas para desinfectar sin usar la lejía
Vamos a ver cuáles son los principales tipos de desinfectantes químicos y a qué grupo pertenece la lejía. Hay que recordar que también se puede desinfectar sin lejía usando radiaciones como la UVC, que requiere del manejo de una maquinaria específica por parte de profesionales, o temperaturas muy elevadas, siempre superiores a los 100 °C (véase el ejemplo del autoclave).
Alcoholes
Destacan el etanol y el alcohol isopropílico junto con otro alcohol aromático, el fenol, y sus derivados.
Compuestos fenólicos
Típicos desinfectantes hospitalarios, de los mejores a la hora de eliminar unidades formadoras de colonias de casi todo tipo de bacterias.
Cloro y compuestos clorados
Aquí se incluye la lejía. Se suelen usar para la potabilización y el tratamiento de aguas residuales por su bajo precio económico, pero se desactivan con facilidad ante la presencia de residuos orgánicos.
Aldehídos
Grupo en el que destacan el formaldehído, que debe manejarse con cuidado, y el glutaraldehído, una opción generalmente más segura y duradera.
Yodóforos
Grandes bactericidas, compatibles con medios orgánicos como puede ser una herida.
Peróxidos
Económicos, aunque solo resultan efectivos ante determinados microorganismos. No son, ni de lejos, la primera opción.
Compuestos de amonio cuaternario
Compatibles con tensioactivos, se usan en los productos que ofrecen limpieza y desinfección en un solo paso.
La conclusión es que un desinfectante sin lejía no es algo extraño en plantas industriales o almacenes, en especial si pensamos en la industria de los bioprocesos. También existen varios tipos de desinfectantes de venta al público que combinan agentes limpiadores con otros desinfectantes para lograr limpieza y desinfección en un mismo paso, aunque siempre es mejor limpiar bien antes y desinfectar después.
Los desinfectantes químicos son cómodos de transportar y aplicar, incluso si requieren del uso de maquinarias especiales. En plantas industriales se puede añadir una etapa a la línea de un proceso para desinfectar con otros métodos, como es el caso de la industria láctea y la UHT.
